La peste de Egina | ||||
| Éaco gimió hondo y con triste voz así hablando: | ||||
| «A un luctuoso principio una mejor fortuna ha seguido. | ||||
| Ésta ojalá pudiera a vosotros remembraros sin aquél. | 520 | |||
| Por su orden ahora lo recordaré y para no con un largo rodeo deteneros: | ||||
| huesos y cenizas yacen los que con memorativa mente echas de menos, | ||||
| y cuánta parte, ellos, del estado mío, perecieron. | ||||
| Una siniestra peste por la ira injusta de Juno sobre estos pueblos | ||||
| cayó, al odiar ella, dichas por su rival, estas tierras. | 525 | |||
| Mientras pareció mortal la desgracia y de tan gran calamidad | ||||
| se escondía la causa dañina, combatióse con el arte médica; | ||||
| la perdición superaba al remedio, que vencido yacía. | ||||
| Al principio el cielo una espesa bruma sobre las tierras | ||||
| puso y unos perezosos ardores encerró entre esas nubes, | 530 | |||
| y mientras cuatro veces juntando sus cuernos completó su círculo | ||||
| la Luna, cuatro veces su pleno círculo, atenuándose, destejió, | ||||
| con mortíferos ardores soplaron los calientes austros. | ||||
| Consta que también hasta los manantiales el daño llegó, y los lagos, | ||||
| y muchos miles de serpientes por los incultivados campos | 535 | |||
| vagaron y con sus venenos los ríos profanaron. | ||||
| En el estrago de los perros primero, y de las aves y ovejas y bueyes | ||||
| y entre las fieras, de la súbita enfermedad se captó la potencia. | ||||
| De que caigan el infeliz labrador se maravilla, vigorosos, | ||||
| entre la labor, los toros, y en mitad se tumben del surco. | 540 | |||
| De las lanadas greyes, balidos dando dolientes, | ||||
| por sí mismas las lanas caen y sus cuerpos se consumen. | ||||
| El acre caballo un día y de gran fama en el polvo, | ||||
| desmerece de sus palmas, y de sus viejos honores olvidado | ||||
| junto al pesebre gime a punto de morir de enfermedad inerte; | 545 | |||
| no el jabalí de su ira se acuerda, no de confiar en su carrera | ||||
| la cierva, ni contra los fuertes ganados de correr los osos. | ||||
| Todo el languor lo posee y en las espesuras y campos y caminos | ||||
| cuerpos feos yacen y vician con sus olores las auras. | ||||
| Maravillas diré: no los perros y las ávidas aves, | 550 | |||
| no los canos lobos a ellos los tocaron; caídos se licuecen | ||||
| y con su aflato dañan y llevan sus contagios a lo ancho. | ||||
| «Llega a los pobres colonos con daño más grave | ||||
| la peste y en las murallas señorea de la gran ciudad. | ||||
| Las vísceras se queman a lo primero, y de la llama escondida | 555 | |||
| indicio el rubor es y el producido anhélito. | ||||
| Áspera la lengua se hincha, y por esos tibios vientos árida | ||||
| la boca se abre, y auras graves se reciben por la comisura. | ||||
| No la cama, no ropas soportarse algunas pueden, | ||||
| sino en la dura tierra ponen sus torsos, y no se vuelve | 560 | |||
| el cuerpo de la tierra helado, sino la tierra de ese cuerpo hierve, | ||||
| y moderador no hay, y entre los mismos que la medican salvaje | ||||
| irrumpe la calamidad, y en contra están de sus autores sus artes. | ||||
| Cuanto más cercano alguien está y sirve más fielmente a un enfermo, | ||||
| al partido de la muerte más pronto llega, y cuando de salvación | 565 | |||
| la esperanza se ha ido y el fin ven en el funeral de la enfermedad, | ||||
| ceden a sus ánimos y ninguna por qué sea útil su preocupación es, | ||||
| pues útil nada es. Por todos lados, dejado el pudor, | ||||
| a los manantiales y ríos y pozos espaciosos se aferran | ||||
| y no la sed es extinguida antes que su vida al beber; | 570 | |||
| de ahí, pesados, muchos no pueden levantarse y dentro de las mismas | ||||
| aguas mueren; alguno aun así toma también de ellas. | ||||
| Y, tan grande es para los desgraciados el hastío del odiado lecho, | ||||
| de él saltan, o si les prohíben sostenerse sus fuerzas, | ||||
| sus cuerpos ruedan a tierra y huye de los penates | 575 | |||
| cada uno suyos, y a cada uno su casa funesta le parece, | ||||
| y puesto que la causa está oculta, su lugar pequeño está bajo acusación. | ||||
| Medio muertos errar por las calles, mientras estar de pie podían, | ||||
| los vieras, llorando a otros y en tierra yacentes | ||||
| y sus agotadas luces volviendo en su supremo movimiento, | 580 | |||
| y sus miembros a las estrellas tienden del suspendido cielo, | ||||
| por aquí y allá, donde la muerte los sorprendiera, expirando. | ||||
| Cuánto yo entonces ánimo tuve, o cuánto debí de tener, | ||||
| que la vida odiara y deseara parte ser de los míos. | ||||
| Adonde quiera que la mirada de mis ojos se volvía, por allí | 585 | |||
| gente había tendida, como cuando las pútridas frutas | ||||
| caen al moverse sus ramas y al agitarse su encina las bellotas. | ||||
| Unos templos ves enfrente, sublimes con sus peldaños largos | ||||
| -Júpiter los tiene-: ¿quién no a los altares esos | ||||
| defraudados inciensos dio? ¿Cuántas veces por un cónyuge su cónyuge, | 590 | |||
| por su nacido el genitor, mientras palabras suplicantes dice, | ||||
| en esas no exorables aras su vida terminó, | ||||
| y en su mano del incienso parte, no consumida, encontrada fue? | ||||
| ¿Llevados cuántas veces a los templos, mientras los votos el sacerdote | ||||
| concibe y derrama puro entre sus cuernos vino, | 595 | |||
| de una no esperada herida cayeron los toros? | ||||
| Yo mismo, sus sacrificios a Júpiter por mí, mi patria y mis tres | ||||
| nacidos cuando hacía, mugidos siniestros la víctima | ||||
| dejó escapar, y, súbitamente derrumbándose sin golpes algunos, | ||||
| de su exigua sangre tiñó, puestos bajo ella, los cuchillos. | 600 | |||
| Sus entrañas también enfermas las señas de la verdad y las advertencias de los dioses | ||||
| habían perdido: tristes penetran hasta las vísceras las enfermedades. | ||||
| Delante de los sagrados postes vi arrojados cadáveres, | ||||
| delante de las mismas -para que la muerte trajera más inquina- aras. | ||||
| Parte su aliento con el lazo cierran y de la muerte el temor | 605 | |||
| con la muerte ahuyentan y voluntariamente llaman a unos hados que se acercan. | ||||
| Los cuerpos enviados a la muerte en ningún funeral, como de costumbre, | ||||
| se llevan, pues tampoco abarcaban los funerales las puertas; | ||||
| o no sepultados pesan sobre las tierras o son dados a las altas | ||||
| piras, no dotados. Y ya reverencia ninguna hay | 610 | |||
| y acerca de las piras pelean y en ajenos fuegos arden. | ||||
| Quienes les lloren no hay, y no lloradas vagan | ||||
| de los nacidos y hombres las ánimas, y de jóvenes y viejos, | ||||
| y ni lugar para los túmulos, ni bastante árbol hay para los fuegos. | ||||
| Atónito por tan gran torbellino de desgraciadas cosas: | 615 | |||
| «Júpiter, oh», dije, «si que tú, relatos no falsos | ||||
| cuentan, a los abrazos de Egina, la Esópide, fuiste, | ||||
| ni tú, gran padre, nuestro padre te avergüenzas de ser, | ||||
| o a mí devuelve a los míos, o a mí también guárdame en el sepulcro». | ||||
| Él una señal con el relámpago dio, y el trueno siguiente. | 620 | |||
| «Los acojo y sean éstos, te ruego, felices signos | ||||
| de la mente tuya», dije; «el presagio que me das tomo por prenda». | ||||
| Por acaso había allí junto, de anchurosas ramas ralísima, | ||||
| consagrada a Júpiter, una encina de simiente de Dodona. | ||||
| Aquí nos unas recolectoras observamos, en fila larga, | 625 | |||
| una gran carga en su exigua boca, unas hormigas, llevando, | ||||
| que por la rugosa corteza preservaban su calle. | ||||
| Mientras su número admiro: «Otros tantos, padre óptimo», dije, | ||||
| «tú a mí dame, y estas vacías murallas suple». | ||||
| Se estremeció y, sus ramas moviéndose sin brisa, un sonido | 630 | |||
| la alta encina dio: de pavoroso temor el cuerpo mío | ||||
| se estremeció y erizado tenía el pelo; aun así, besos a la tierra | ||||
| y a los robles di, y que yo tenía esperanzas no confesaba; | ||||
| tenía esperanzas, aun así, y con mi ánimo mis votos alentaba. | ||||
| La noche llega y, hostigados por las inquietudes, de los cuerpos el sueño | 635 | |||
| se apodera: ante mis ojos la misma encina a mí que estaba, | ||||
| y que prometía lo mismo, y los mismos animales en las ramas | ||||
| suyas llevaba, me pareció, y que parejamente temblaba con aquel movimiento, | ||||
| y que la recolectora fila esparcía en sus subyacentes campos; | ||||
| que crece de súbito, y mayor y mayor parece, | 640 | |||
| y se levanta en la tierra y en un recto tronco se asienta | ||||
| y su delgadez y su número de pies y negro color | ||||
| depone y que la humana forma a su miembros introduce. | ||||
| El sueño se va. Condeno despierto mis propias visiones y me lamento | ||||
| de que en los altísimos de ayuda no haya nada; mas en las estancias un ingente | 645 | |||
| murmullo había y voces de hombres oír me parecía, | ||||
| ya para mí desacostumbradas. Mientras sospecho que ellas también del sueño | ||||
| son, viene Telamón presto y, abriéndose las puertas: | ||||
| «Que la esperanza y la fe, padre», dijo, «cosas mayores verás. | ||||
| Sal». Salgo y, cuales en la imagen del sueño | 650 | |||
| me pareció haber visto unos hombres, por su orden tales | ||||
| los contemplo y reconozco: se acercan y a su rey saludan. | ||||
| Mis votos a Júpiter cumplo y a estos pueblos recientes la ciudad | ||||
| reparto y, vacíos de sus primitivos cultivadores, los campos, | ||||
| y mirmidones los llamo, y de su origen sus nombres no privo. | 655 | |||
| Sus cuerpos has visto; sus costumbres, las que antes tenían, | ||||
| ahora también tienen: parca su raza es y sufridora de fatigas | ||||
| y de su ganancia tenaz y que lo ganado conserve. | ||||
| Éstos a ti a tus guerras, parejos en años y ánimos, te seguirán, | ||||
| tan pronto como el que a ti felizmente te ha traído, el euro» | 660 | |||
| -pues el euro le había traído- «háyase mutado en austros». | ||||
miércoles, 2 de marzo de 2011
Divina comedia / Infierno / Canto 29
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