martes, 13 de marzo de 2012

Jansenio y Jansenismo

 En la enciclopedia GER

Cornelius Janssens (en latín, lansenius), n. el 28 oct. 1585 en Acquoy (Holanda) y m. el 6 mayo 1638, siendo obispo de Ypres (Bélgica). Teólogo de Lovaina interpretó el pensamiento de S. Agustín (v.) sobre la gracia (v.) y la predestinación (v.), en la línea de Bayo (v.), lo que motivó que su doctrina fuera condenada por la Iglesia, después de su muerte.
      El j. es a la vez un sistema teológico y un partido religioso-político. Como sistema teológico es, por una parte, la doctrina de J. y, por otra, una especie de rigorismo en moral, con repercusiones en teología sacramentaria. Poco a poco pasó a constituir un partido que encontró en un galicanismo (v.) mal entendido un pretexto para oponerse a la Santa Sede, y también al Estado.
      1. Vida. J. estudió teología en la Univ. de Lovaina donde estuvo en contacto con el discípulo predilecto de Bayo, Jacobo Janson. En aquella época, un ambiente de polémica reinaba en Lovaina: en la Univ. se prolongaba la tradición bayanista, a la cual se oponían los jesuitas, agrupados en torno a Leonardo Lessius. Sin embargo, parece que, en aquel momento, el joven J. no se interesó directamente por la controversia. Al ir luego a París para continuar sus estudios, se encontró con otro discípulo de Janson, lean Duvergier de Hauranne, el futuro abad de Sannt-Cyran (v.): es el principio de una amistad que facilitará más tarde la difusión del j. en Francia. Después de una estancia de estudio en Bayona, en casa de Duvergier, J. vuelve a Lovaina donde, hacia 1619, estudia más detenidamente cuestiones acerca de la gracia. En 1621, recibe la visita de Sannt-Cyran y le comunica sus ideas. A partir de este momento, comienza entre los dos amigos una correspondencia acerca de lo que será el Augustinus. En 1624, J. es enviado a Madrid para defender a la Facultad de Teología de Lovaina frente a ciertas pretensiones de los jesuitas. Seis años más tarde, es nombrado profesor de S. E. No se deja, sin embargo, absorber por esas diversas tareas académicas y se dedica preferentemente al estudio de S. Agustín: leyó 10 veces sus obras completas y 30 veces sus escritos sobre la gracia. J. comienza, en 1628, la redacción del Augustinus. Y, cuando en 1636 es nombrado obispo, el libro está casi terminado. Pero la muerte le impidió darle el retoque final. En su testamento, J. se sometía de antemano al juicio de la Santa Sede. Sus amigos Liberto Froidmond, rector de la Univ. de Lovaina, y Enrique Calenus se encargaron de la publicación del libro.


Espíritu de geometría y espíritu de finura en la empresa


Blas Pascal (1623-1662), en la época en que el pensamiento quedaba prisionero en la coordenadas cartesianas y la realidad era medida sólo por las matemáticas, el cálculo y las ideas claras y distintas, introdujo una distinción que nos viene bien para entender mejor el difícil equilibrio entre los sistemas y las personas en las organizaciones; entre los manuales estandarizadores de las operaciones y la libertad y creatividad de los seres humanos que trabajamos en las empresas. Pascal distinguió entre el espíritu de geometría y el espíritu de finura.
El directivo con espíritu de geometría ordena coherentemente procesos y personas. Maneja unos pocos principios claros, limpios y puros como el agua de bidón. Se agencia de una buena hoja de cálculo e introduce a  la empresa en sus cuadrículas. Todo entra en ella. Lo que se sale del libreto no cuenta o dicho de otro modo, procesos y personas tienen que adecuarse al libreto, a los personajes definidos y al escenario fabricado. ¿Ventajas? Bastantes. La primera de ella, es el control. Las operaciones de la empresa están determinadas, los productos perfectamente perfilados, el control de calidad asegurado y las funciones de los empleados están claramente especificadas. Basta un click en la lap top y se obtiene la foto a tiempo real de la empresa.
Si las organizaciones fueran sólo  máquinas al estilo de las fajas transportadoras de maletas en un terminal de aeropuerto, el espíritu de geometría basta y sobra en la empresa y lo único que nos haría falta sería rodearnos de buenos geómetras (gentes de sistemas, matemáticos, especialistas en logística, contadores); todo lo demás sería poesía, bonita, pero ineficaz a efectos de gestionar el buen funcionamiento de la organización-máquina. Es el modelo de empresa que se ideó a principios del siglo XX, el llamado modelo taylorista de organización que cada cierto tiempo se reedita con nuevos nombres, pero el espíritu de geometría es el mismo.
Pascal se dio cuenta (y la empresa de finales del siglo XX, también) que la vida no cabe en una ecuación. El espíritu de finura sabe que el corazón tiene razones que la razón no comprende. Sus principios apenas se ven o como lo diría Saint-Exupery en el Principito, lo esencial es invisible a los ojos. “Son cosas tan delicadas y numerosas -diría Pascal-, que es menester un sentido muy delicado y agudo para sentirlas, y juzgar derecha y justamente de acuerdo con este sentimiento, sin que las más de las veces sea posible demostrarlas por orden como en geometría… Es preciso ver súbitamente la cosa en un solo golpe de vista, y no con un razonamiento progresivo”. Aquí resalta la singularidad del ser humano. No se trata ya sólo del departamento de contabilidad o de la sala de redacción. Allí están Juan, María, Luciana, con unos modos de ser singulares aunque realicen la misma función. El mismo puesto, pero sus estilos son diferentes.
Una empresa para nuestro tiempo requiere de geometría y de finura. Ceder a la tentación tecnocrática puede arrojar líneas en azul en la cuenta final de resultados, pero el precio es convertir a nuestros colaboradores en simples autómatas y como decía el viejo Aristóteles dirigir esclavos no tiene ningún interés.
Piura, 16. X. 09

viernes, 9 de marzo de 2012

Blas Pascal en la enciclopedia GER


http://www.canalsocial.net/ger/ficha_GER.asp?id=2643&cat=biografiasuelta 

Datos biográficos. Formación. Científico y pensador francés, brillante y profundo; n. en Clermont-Ferrand (Auvernia) el 19 jun. 1623, y m. el 19 ag. 1662. Educado desde la infancia en un ambiente intelectual intenso -el padre se consagró casi por entero a su formación, aunque dejándole amplio margen a su propia iniciativa-, hacia los 12 años escribe un tratado de los sonidos y redescubre hasta la proposición 32 de la geometría euclidiana. Profundiza en la Matemática y en la Física, escribe un ensayo sobre las secciones cónicas, idea una máquina aritmética y, sin abandonar la investigación científica, su pensamiento deriva hacia la teología y la moral.
      Su salud se resiente muy pronto. A los 24 años llega enfermo a París, donde conoce a Descartes (v.). Su actitud filosófica va a distar mucho de la cartesiana. En 1652 escribe el Discurso sobre las pasiones del amor. En 1654 se agudiza en P. el tedio respecto del mundo y frecuenta la abadía de Port-Royal (v.), donde se confía a su hermana, y va imprimiendo a su vida una creciente austeridad: él se lamenta de una dureza de corazón que no logran ablandar las mortificaciones. La noche del 23 de noviembre de aquel año es la de su «conversión»: en el memorial donde registra esta efusión de la gracia subraya el, encuentro, no con el Dios de los filósofos, sino con el de Abraham, Isaac y Jacob, y con Jesucristo. En los comienzos del año 1655 se retira a Port-Royal.
      El jansenismo de Port-Royal marca sin duda una etapa en la evolución de aquella vida filosófica (v. JANSENIO Y JANSENISMO). Su mentalidad científica precoz había ido trocándose en una profunda preocupación por la problemática humana, y el clima jansenista en que se desarrolla su crisis religiosa únese a las huellas que en él habían dejado el Manual de Epicteto (v. ESTOICOS, 3) y los Ensayos de Montaigne (v.). Huellas, éstas, muy dispares: advierte Guardini que, si bien P. denuncia la doctrina estoica como orgullosa e inhumana, en el fondo está combatiendo algo que vive muy arraigado en su interior; en cuanto a los Ensayos, es interesante ver cómo un mismo pensamiento, al pasar de la mente de Montaigne a la de P., recibe otro peso y otra hondura, y ofrece una dinámica y un patetismo nuevos.