¿Lo mejor desde Harry Potter? Millones de chicas adolescentes parecen creerlo. Quien no haya oído hablar de la serie Crepúsculo no es una adolescente y hace tiempo que no habla con alguna. Están obsesionadas. Con la reciente publicación del cuarto libro y el próximo estreno de la película, no pueden contener su emoción.
Crepúsculo (1), de Stephenie Meyer, apareció en octubre de 2005. Se ha traducido a veinte lenguas y ha recibido numerosos honores: libro escogido del director del New York Times, mejor libro del año de Publishers Weekly y mejor libro de la década hasta ahora de Amazon.com.
Las dos primeras continuaciones, Luna nueva (2) y Eclipse (3), alcanzaron el número uno de la lista de libros más vendidos del New York Times. Eclipse arrebató el puesto al volumen final de Harry Potter en sólo tres semanas. La cuarta entrega, Amanecer (4), acaba de salir.
Enamorada de un vampiro
La serie cuenta la historia de Bella Swan, de 17 años, y su relación de “amor prohibido” con Edward Cullen, un vampiro con apariencia humana.
Bella es llana, desgarbada y propensa a accidentes, pero en la lluviosa Forks, adonde acaba de mudarse, disfruta de popularidad por ser la chica nueva del pueblo. No tiene verdaderos amigos, ninguno con quien esté por gusto. Tiene una relación superficial con su padre Charlie; “aborrece mentirle”, pero lo hace a menudo “por su propio bien”, porque él no sabe nada de vampiros. Aunque Edward está siempre diciendo a Bella lo generosa que es, ella nunca hace nada que confirme esa teoría. Todo lo que quiere de él es que la convierta en vampiro para poder permanecer día y noche embelesada en su presencia por toda la eternidad.
Edward tiene 100 años, pero como los vampiros no envejecen, se quedó en los 17. Es perfecto lo mires por donde lo mires: guapo, fuerte, rápido, inteligente, inmortal...; pero, aunque parezca mentira, nunca se había enamorado hasta que conoció a Bella, cuya sangre tiene una fragancia que le resulta irresistible.
Jacob Black, de 16 años, es un hombre lobo, enemigo mortal de los vampiros. Su declaración de amor por Bella convierte el romance en un triángulo amoroso.
Sensualidad en grandes dosis
La historia de amor es lo que hace al libro irresistible para las adolescentes y veinteañeras. En particular, el aspecto corriente y no muy bien descrito de Bella facilita que las lectoras se pongan en el lugar de ella. Decenas de millares se unen a grupos de Facebook y MySpace con títulos como “Estoy loca por Edward Cullen”, o añadiendo se apuntan como amigas a los cientos de perfiles que existen de él. Conseguir atraer al hombre más perfecto que haya existido sin necesidad de ser guapa, sin más que esconderse tras el nombre de Bella, es el sueño de cualquier adolescente.
El libro describe, morosamente, el estado de perpetuo embeleso: el escalofrío que te viene cuando alguien te atrae tanto, que te quedas sin aliento, el corazón se desboca, no puedes pensar... Es muy, muy sensual. Así describe Meyer el romance adolescente: “Es la primera vez que te enamoras, la primera vez que besas a alguien. Todos esos sentimientos son mucho más fuertes. Aún no te has endurecido… todo es intenso, así que escribir sobre ello es muy divertido”.
Aunque en los libros de Meyer no aparecen relaciones sexuales, el sexo es, en gran parte, de lo que tratan. La sensibilidad emocional –hormonal– es uno de los rasgos principales de los personajes.
De un libro a otro, la historia va haciéndose más explícita. No traspasan el límite, porque Edward empieza hablando de proteger la “virtud” de ambos. “No –promete solemnemente–. Lo intentaremos, te lo juro. Cuando te hayas casado conmigo”.
En medio de tanta sensualidad, ese comedimiento parece incongruente, incluso suena a falso, pues la idea aparece solo después de capítulos enteros de sensualidad, y la “virtud” resulta no ser más que una raya que no se puede cruzar. Pero, ¿quién podría llegar tan lejos y guardar su “virtud”? Parece una fórmula para acabar con un montón de madres adolescentes desencantadas.
Meyer es una mormona practicante que estudió en la Brigham Young University, dirigida por su misma Iglesia, en la que el sexo prematrimonial se considera “una violación del código de honor”, según dijo ella en una entrevista. Como madre de tres chicos, le pone enferma ver cómo la gente joven arruina su vida con el sexo, y espera que sus hijos “sean bastante listos para tomar las decisiones acertadas”. Con su madre como guía, desde luego tendrán que ser muy listos.
Meyer parece pensar que una ética de prohibiciones es el pasaporte del alma para entrar en el cielo, como Edward da a entender: “La mayoría de las religiones creen que hay algunas normas que cumplir”. Qué contraste con el mensaje del Papa Juan Pablo II en su teología del cuerpo, que entiende el sexo, las relaciones y la afectividad como dimensiones maravillosas de la vida humana, que se han de custodiar y afirmar: no solo por el miedo al infierno, sino para que los seres humanos realicen todas sus capacidades en libre y total don de sí que supere el egoísmo.
Un mensaje poco feminista
Otro problema de estas novelas es la completa falta de realismo en las expectativas puestas en el protagonista masculino. Después de un siglo resistiéndose a la sangre humana, este vampiro tiene la fuerza para resistirse también a pasar la raya sexual. Pero que una chica llegue tan lejos con un chico de 17 años y después espere que sea tan fuerte como Edward, no es realista ni justo.
Esto me recuerda a las chicas que llevan el mínimo de ropa posible y después dicen que si el chico no se domina, es culpa de él. ¡Qué maravilloso sería tener a un chico que estuviese increíblemente atraído hacia ti pero que nunca tuviera contigo un pensamiento ni un comportamiento “utilitario”! Muchas chicas se han percatado de la falta de realismo en el personaje de Edward, como se puede ver en los grupos de Facebook.
Una cuestión más es la burla que se hace de la autoridad paterna en este tema. Cuando Charlie, el padre de Bella, trata de hablarle sobre sexo responsable, ella le grita “¡soy virgen!”. Ella sabe que su padre se llevaría un sofoco si supiera que Edward ha pasado la noche en su habitación (mirándola, pues los vampiros no duermen), pero desecha la preocupación de Charlie con un “¡no va a pasar nada!”. Entonces, en el párrafo siguiente, Bella tiene el cuerpo pegado al de Edward (con una sábana en medio), está sin aliento (otra vez), y él lucha por no dar rienda suelta a su deseo, tanto humano como de vampiro.
¿Qué mensaje transmite todo esto a las chicas? La única cosa que hace que la vida valga la pena es que tengas tu hombre (irrestiblemente atractivo). Olvida todas tus otras aspiraciones: amigos, familia, intereses, educación... Hacerse vieja es peor que morir. El amor está basado en las apariencias y en la atracción física.
Estas novelas glorifican el amor obsesivo e intensamente emocional. El matrimonio se presenta como un compromiso basado en ese intenso sentimiento de deseo. Pero no hay en ellas la basura frecuente en la literatura juvenil: nada de drogas, ni alcohol, ni humor grueso. Solo mucha sensualidad y amor obsesivo.
Libros para leer y comentar
A la vista de todo eso, ¿deberíamos decir a las adolescentes que no lean estos libros? Creo que no. Hay que hacer eso con los libros que son evidentemente obscenos. En el caso de otros libros, si decimos “no lo leas”, corremos el riesgo de dar un mensaje equivocado. Cuando un libro les atrae tanto, no entienden por qué no habrían de leerlo: “¡no es más que una historia romántica!”, piensan.
Muchas buenas chicas no han encontrado prácticamente nada malo en estos libros. Después de leerlos, algunas han sentido la necesidad de leer otro sobre amor verdadero, pero la mayoría piensan que es simplemente la pericia de la autora lo que los hace tan absorbentes. Así pues, hay muchas cuestiones que tratar, y quizá no sería posible hacerlo si solo dices a las chicas que no los lean. Estos libros muy bien podrían catalogarse entre los apropiados para leer y comentar.
Naturalmente, leerlos no hará bien a todas las chicas, pero muchas ya los habrán leído o tendrán tantas ganas de leerlos, que no entenderían por qué no habrían de hacerlo. Entonces, lo más importante es hablar de ellos. ¿Qué te parece esta escena? ¿No falta algo ahí? ¿Qué otra cosa podría haber hecho ella? ¿Qué harías tú si estuvieras en la misma situación? ¿Qué sería lo mejor? ¿Conoces a algún chico como Edward? ¿Te parece realista llevar a un chico a ese extremo y esperar que no ceda? ¿Qué crees que debería hacer un chico en una situación semejante?
Una conversación como esa puede dar a las chicas una ayuda inestimable para no caer en situaciones que no saben cómo manejar. También les ayuda a ser lectoras maduras, que aprendan a pensar por sí mismas cuando un libro no ofrece buenos modelos dignos de ser imitados. Y vale la pena fomentar esa actitud.
Vistos los temas introducidos en estos libros, en los que los sentimientos tienen un papel tan destacado, es importante abrir la mente de los lectores al panorama mucho más amplio de lo que el amor puede aportar a la vida.
Este artículo es un resumen del original publicado en MercatorNet.
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